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En primera línea contra la COVID-19 en Navarra. Dr. Tomás Rubio: “Me quedo con el trabajo multidisciplinar y en equipo, experiencia que deberíamos continuar practicando”.

La revista Panacea 129, especial COVID-19, publica un reportaje en el que se incluyen testimonios de los médicos y médicas de Navarra en su lucha contra la COVID-19 en hospitales, centros de salud y residencias.

Comenzamos la difusión de las experiencias con el Dr. Tomás Rubio, vicepresidente primero del Colegio de Médicos de Navarra e internista en el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN).

“La especialidad de Medicina Interna trata de valorar al paciente de forma integral. Enfrentarnos a una patología desconocida ha supuesto un gran reto para todos los profesionales. Partíamos de unos conocimientos escasos sobre su patogenia y apenas documentos sobre el tratamiento y evolución, salvo su alto nivel de contagiosidad y mortalidad. A todo esto se añadió una avalancha de casos evolucionados en el tiempo, es decir, con importante afectación general, lo que provocó la saturación del sistema. Ante la presencia de una enfermedad de origen infecciosa con afectación multisistémica, la Dirección del CHN decidió asignar los pacientes con COVID-19 al Servicio de Medicina Interna, que contó con100 camas ocupadas y, durante algunos momentos, se atendieron a más de 250 pacientes ingresados.

Sobre estas premisas se establecieron unidades multidisciplinares, dado que la enfermedad afecta a diferentes órganos y sistemas, siendo uno de los más característicos el pulmón. Estas unidades estaban formadas principalmente por especialistas en Neumología y Medicina Interna, ayudados por otros médicos del hospital. En concreto, mi Unidad estaba formada por 2 neumólogos, 4 internistas, 2 nefrólogos, 2 neurólogos, 1 hematólogo, 1 endocrinólogo, 1 cardiólogo y 4 residentes (2 de reumatología y 2 de neurología).

Desde el hospital se crearon protocolos de tratamiento, que se actualizaban a diario. En nuestra Unidad, ante la mala evolución de los casos, se decidió revisar los protocolos, así como la bibliografía disponible. Con el apoyo de todos los médicos de la Unidad, se consensuó un nuevo protocolo de tratamiento para optimizar resultados.

Un inconveniente que encontramos fue el no disponer de biopsias que nos indicaran exactamente lo que estábamos tratando y a qué nos enfrentábamos. Tras hablar con el Servicio de Anatomía Patológica, se decidió la realización de necropsias con aguja gruesa guiadas por ecografía, dando más luz a nuestros tratamientos.

Progresivamente, y con dichos ajustes del tratamiento, un diagnóstico más precoz y medidas higiénicas (mascarilla y aislamiento social), la enfermedad fue disminuyendo progresivamente.

Con los pacientes y sus familias

Uno de los problemas principales y más graves al que nos hemos enfrentado ha sido la falta de material. Al principio no disponíamos de suficientes mascarillas recomendadas FFP2, por lo que tuvimos que reutilizarlas. Posteriormente, nos distribuyeron mascarillas que se demostró que no eran protectoras, y para terminar, aportaron otras “pendientes de acreditación” por la CE, con un informe de su validación durante el episodio de pandemia. Esto ha creado gran inseguridad a la hora de trabajar.

Otro de los problemas ha sido la distribución de los pacientes por el centro. Al ser una enfermedad altamente contagiosa, se deberían haber centralizado los ingresos y no realizarlos en plantas diferentes y alejadas del Complejo Hospitalario.

Una experiencia vivida, y difícil, fue la comunicación con la familia de los pacientes. Es complicado explicar por teléfono una patología compleja y, más aún, cuando la evolución no es buena o debemos informar de una situación final de la enfermedad. Además, esta conversación teníamos que mantenerla con cada uno de los familiares. Acompañar a los pacientes en su momento final y sin su familia al lado, incrementa la dureza de la atención.

De lo positivo de la experiencia me quedo con el trabajo multidisciplinar y en equipo (administrativos, celadores, auxiliares, enfermería y médicos), una gran y grata experiencia que deberíamos continuar practicando”.

Reportaje completo

Descargar revista Panacea, especial COVID-19

Pie de foto:

Implicación y colaboración entre profesionales. El trabajo en equipo ha sido fundamental. En la foto: Sara García Pérez, Guillén Sada, Fermín Jiménez, Jon Corroza, Leyre Úcar, Idoya Rubio, Aiora Ostoloza, Tomás Rubio, Antonio Oliván, Tania Galicia, Belén Marín, Cristina García Labairu, Fernanda Slon y María Alfonso.

 

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