Daniel López-Acuña denuncia, en el Colegio de Médicos de Navarra, la insensibilidad y la parálisis de las instituciones ante la crisis del sistema internacional de asistencia humanitaria.
El ex director de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la Organizacion Mundial de la Salud (OMS) y consultor independiente en Salud Pública y Asistencia Humanitaria ofreció una conferencia en el Colegio de Médicos, organizada por su Oficina de Cooperación en colaboración con la Fundación Caja Navarra, en la que subrayó la urgencia de dar una respuesta decisiva, innovadora y comprometida ante este desafío.
Daniel López Acuña cuantificó que, en estos momentos, hay 136 millones de personas en el mundo con necesidad de ayuda humanitaria. “El último cuarto de siglo se ha caracterizado por un crecimiento abrumador de las necesidades humanitarias tanto en términos de frecuencia, como de escala y magnitud de las emergencias humanitarias”. La población afectada se distribuye a lo ancho del globo en numerosas crisis humanitarias, “algunas de las cuales tenemos presentes pero muchas de ellas suponen escenarios que escapan de la atención de los gobiernos, del público y de la cobertura mediática (las denominadas crisis olvidadas)”, resaltó López-Acuña.
Especialmente preocupante es el desplazamiento forzado de millones de personas, que ha alcanzado cifras sin precedentes (65 millones, el 50 por ciento de ellos menores).
Frente a esta situación de crisis de la ayuda humanitaria, López Acuña denunció “la incapacidad del Sistema Internacional de Gobernanza para la Paz y la Seguridad de resolver los conflictos; el desbordamiento del sistema de asistencia humanitaria en los niveles mundiales, regionales y nacionales; y la insensibilidad, falta de solidaridad y parálisis de las instituciones ante la dramática situación que se vive en estos momentos”.
La brecha entre necesidades y recursos se ensancha
El experto en ayuda humanitaria subrayó que “estamos ante una crisis humanitaria de vastas proporciones y la brecha entre necesidades y recursos se van ensanchando cada vez más”. De los casi 24 mil millones de dólares solicitados para 2017, los llamamientos coordinados por las Naciones Unidas habían recibido solamente 12,6 mil millones (52%) para ayudar a 105 millones de personas en 38 países. “Estas cifras han crecido de una manera pasmosa y son diez veces mayores que las que se planteaban como necesarias en 1992”. Las necesidades crecen a ritmos desproporcionados y los recursos disponibles son limitados y cada vez más insuficientes.
Hay que repensar el modelo de ayuda humanitaria
Según López-Acuña se requieren cambios profundos para afrontar la magnitud de los retos que tenemos por delante. “La asistencia humanitaria por sí sola no puede dar una respuesta adecuada a las necesidades de los más de 130 millones de personas que constituyen la población más vulnerable del mundo ni reducir dichas necesidades de forma sostenible. Es necesario adoptar un enfoque nuevo y coherente que se base en abordar las causas fundamentales, intensificar la labor de la diplomacia política para la prevención y la resolución de conflictos y aunar los esfuerzos humanitarios, de desarrollo y de consolidación de la paz”. Según López-Acuña, “se precisa un esfuerzo mucho más decisivo y deliberado para reducir las necesidades, fundamentado en la voluntad y el liderazgo políticos de los Estados Miembros y los dirigentes mundiales para traducir las palabras en acción. Las Naciones Unidas están en una posición única para facilitar y conducir este proceso, pero hará falta voluntad política, un firme compromiso de cambio y la colaboración de una diversidad de actores si se pretende tener éxito”.
Añadió que la acción humanitaria, especialmente en crisis prolongadas, no puede ser un sustituto de la provisión regular de servicios básicos año tras año. “No es posible seguir pasando la factura del subdesarrollo crónico al sistema internacional de asistencia humanitaria”. Apostó, además, por “caminar hacia una política de tolerancia cero y de sanciones severas al abuso y la explotación sexual de las poblaciones afectadas por parte de actores humanitarios sean estos pertenecientes al ámbito de las Organizaciones Internacionales, las ONGS, el movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja o cualquier otro”.
Restricciones al acceso de la ayuda humanitaria
Al sufrimiento infligido a los civiles inocentes se añaden las restricciones de acceso a la ayuda humanitaria. López –Acuña explicó que “con frecuencia, se restringe o incluso se niega el acceso del personal humanitario a las poblaciones civiles que necesitan la ayuda. Se utiliza como baza en las negociaciones políticas y como medio para aumentar el suplicio de los civiles”. Añadió que “el ataque a los trabajadores de asistencia humanitaria, muchas veces deliberado y planificado, restringe el espacio humanitario y compromete los programas de socorro”.
Los riesgos para los civiles se ven, además, aumentados por la proliferación de armas ligeras y pequeñas “que se venden ilegalmente o se difunden entre grupos armados o milicias, a través de los puestos en las fronteras y al amparo de legislaciones poco precisas”. Frente a la multiplicación de grupos armados no estatales, que ha alterado la naturaleza de los conflictos, “se da una necesidad creciente de examinar de nuevo la cuestión de la seguridad de las operaciones humanitarias y establecer un diálogo estructurado con los grupos armados, no solo para promover el respeto del derecho humanitario y de los derechos humanos internacionales, sino también para garantizar la protección y la asistencia humanitaria a las poblaciones vulnerables”. Para dar respuesta a las necesidades de las personas en situaciones de conflicto, “es necesario encontrar mejores fórmulas para proteger a la población civil y de forzar una rendición de cuentas de aquellos que no respetan la Ley Internacional Humanitaria y los Derechos Humanos”.
Finalmente, destacó que el espacio humanitario y el acceso a las poblaciones necesitadas de asistencia humanitaria se han visto constreñidos y han crecido en complejidad en países como Irak, el Sur de Sudan, Siria y Yemen.
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Daniel López-Acuña y Alberto Lafuente, vicepresidente del Colegio de Médicos y responsable de la Oficina de Cooperación.