Dra. Carmen Martínez Velasco: “La COVID-19 ha evidenciado la necesidad indiscutible de la medicina privada como soporte complementario del sistema público”.
La vocal de Medicina Libre y Colectiva del Colegio de Médicos de Navarra e internista en el Hospital García Orcoyen (Estella) resalta que “la precariedad laboral de los médicos con ejercicio privado, que han colaborado como nunca, sigue persistiendo”. En su testimonio subraya que “los profesionales han superado en eficacia a las propias estructuras que los sustentan”.
“En general, ni los gobiernos europeos, ni el sistema sanitario español, ni público ni privado, ni los profesionales, estábamos preparados para enfrentarnos a una situación que, si nos la cuentan, sólo la hubiéramos dado como posible en un mundo de ciencia ficción o película de terror. La actitud de todos los profesionales, ante el llamamiento de la sociedad, en lo que puede considerarse una crisis humanitaria y no solo sanitaria, ha sido lo mejor.
Sin embargo, y con respecto a los profesionales que ejercen la medicina privada, las medidas globales de protección ante la infección -impulsadas por las diferentes sociedades científicas y por la propia Organización Médica Colegial con el fin de evitar que las consultas se convirtieran en un foco de contagio- han instado a que sólo se hayan atendido en consulta ordinaria los casos urgentes o no demorables. Ha demostrado que su realidad diaria no es muy diferente a la de otros profesionales autónomos, con trabajadores a su cargo o gastos fijos, cuyos ingresos se reducen a cifras próximas a cero, tanto si el médico autónomo trabaja en su consulta propia como si lo hace para centros sanitarios o grandes grupos hospitalarios, en los que suele cobrar un porcentaje de lo que factura.
Más allá de las estructuras
Se ha evidenciado la necesidad indiscutible de la Medicina Privada que se muestra ahora, más que nunca, como un soporte complementario del sistema sanitario público. Cerca del 10% de los pacientes que han requerido UCI y el 20% de los hospitalizados por coronavirus han sido tratados en hospitales privados desde el inicio de la epidemia. La precariedad laboral de estos profesionales, que han colaborado como nunca, sigue persistiendo, al estar en manos de las grandes compañías aseguradoras que les han obligado, en muchos casos, a mantenerse en sus cuadros médicos sin garantizarles unos ingresos mínimos.
El sistema sanitario en general, ha respondido dando más del 100% de su capacidad actual y los profesionales -en los centros de salud, hospitales, residencias- han superado en eficacia con creces a las propias estructuras que los sustentan.
El desconocimiento sobre la infección y su comportamiento clínico, nos ha afectado absolutamente a todos por igual: gestores, clínicos, epidemiólogos, medicina laboral, farmacia, mundo sociosanitario … Ha sido un auténtico caos y cuando algo así ocurre, o partes de un sistema bien estructurado y coordinado (con técnicos y expertos al mando, líderes con capacidad de generar y mantener equipos) o el fracaso está asegurado. No cabe aquí olvidar a los sanitarios fallecidos en la batalla, con una media de edad de 60 años.
Testigos y protagonistas
La cooperación ha sido máxima, imposible cooperar más. El profesional de la medicina, en concreto, ha sufrido un estrés prácticamente inaceptable, por su intensidad y duración. Horas de trabajo sin descanso, ausencia de evidencia científica sobre lo que estábamos y estamos haciendo, y una cruda dureza en el mundo de las emociones al ser tanto testigos y protagonistas de tanto sufrimiento en tan corto espacio de tiempo.
Con respecto al miedo al contagio, es una vivencia más personal, pero es lo que nos toca sobrellevar y es lo que hemos intentado evitar para nosotros y nuestras familias. Va con nuestra profesión. La carga adicional psicológica ha sido, por tanto, importante.
No está siendo fácil acompañar a nuestros pacientes con COVID-19, que presentan especial vulnerabilidad al estar totalmente solos ante su proceso, aislados en su habitación mientras viven una situación de postración, fiebre y dificultad respiratoria, sin contacto físico, con unos profesionales vestidos como astronautas y evitando cualquier maniobra prescindible que pueda incrementar el riesgo de contagio. Lo hemos pasado todos muy mal, pero quien peor lo está pasando es el enfermo y su familia.
Nuevos tiempos, nuevas herramientas
Ante la desescalada es preciso articular nuevas maneras de organizar las consultas, nuevos circuitos intrahospitalarios que nos ayuden a convivir todos, tanto personal sanitario como pacientes, con el virus de una manera lo más segura posible.
La Medicina Privada ya ha desarrollado y aproximado nuevas maneras de acercamiento al paciente utilizando la tecnología. Es ese perfil de empresario emprendedor, el que las grandes compañías y monopolios de Salud desvalorizan de manera persistente.
Frente a un rebrote, no cabe duda de que ahora estamos mejor preparados, pero no bien preparados. No existen evidencias consistentes ni unánimes sobre el tratamiento adecuado en los casos de mayor gravedad, ni tampoco un tratamiento que bloquee la evolución hacia el temido síndrome inflamatorio pulmonar. Somos protagonistas de un nuevo hito en la Historia de la Medicina; no recuerdo haber aprendido tanto en tan solo cinco meses”.
REPORTAJE COMPLETO EN LA REVISTA PANACEA 129, ESPECIAL COVID-19
La revista Panacea 129, especial COVID-19, publica un reportaje en el que se incluyen más testimonios de médicos y médicas de Navarra en su lucha contra la COVID-19 en hospitales, centros de salud y residencias.