Dra. Juana Celay: “Lo mejor de la experiencia vivida ha sido la gran capacidad de trabajo y reorganización demostrada por Atención Primaria”.
Juana Celay Rodrigo, vocal de Medicina Rural del Colegio de Médicos de Navarra y médica de Atención Primaria en la Zona Básica de Salud de Auritz-Burguete (Consultorio de Erro), hace balance de lo vivido durante los últimos meses y subraya que “no debemos olvidar el esfuerzo físico y psicológico que ha supuesto darle cara a esta crisis”. Añade que “ahora es el momento de hacer lectura, de tener en cuenta lo que ha funcionado y darle su importancia y su lugar”. Este es su testimonio.
Lo mejor de la experiencia vivida ha sido la gran capacidad de trabajo y reorganización demostrada por la Atención Primaria (AP) en Navarra ante una situación totalmente desconocida y en un contexto de incertidumbre y tensión. Se ha realizado un sobreesfuerzo de trabajo y adaptación ejemplar para dar respuesta a la pandemia.
Como aspectos positivos, destacaría la implicación de los y las profesionales de la Salud, trabajando en equipo y aportando capacidad resolutiva desde todos los estamentos (personal de admisión, medicina, enfermería, trabajo social, etc); la implicación de otros profesionales (farmacias, trabajadoras familiares de servicios sociales, personal de centros sociosanitarios, personal de limpieza y transporte, etc.) y del resto de la comunidad (entidades locales, voluntariado en redes de ayuda …); la disposición, trabajo y esfuerzo de organizaciones como Colegios profesionales, velando por la salud y seguridad de la colegiación y por una correcta relación médico–paciente también desde la deontología. Como aprendizaje me quedo con la experiencia de hacer equipo: sanitarios, sociosanitarios, organizaciones, comunidad… Todos y todas somos necesarias.
Se ha mejorado mucho en organización de Equipos, y en la comunicación y trabajo con el resto de especialidades hospitalarias y con otros servicios, e incluso con otros departamentos, creando Unidades conjuntas de atención.
Lo peor ha sido el desconocimiento, la preocupación por el cambio continuo en la información, la tensión ante semejante reto y el estrés consecuente. Ha habido problemas de comunicación, sobre todo en las primeras semanas, con departamentos como Derechos Sociales, Salud Pública y Prevención de Riesgos Laborales.
Es preciso seguir trabajando bastante en seguridad y material de protección. Han faltado, además, medios diagnósticos que faciliten nuestro trabajo en la detección precoz de contagios.
Emociones compartidas
El apoyo entre compañeros ha sido fundamental, sobre todo con los más cercanos del equipo. Vivir una situación semejante nos ha ayudado a comprender mucho mejor los sentimientos de la otra persona y a que pudieran aflorar los nuestros, sin sentirnos mal por ello. Hemos compartido con el equipo preocupación, incertidumbre, tristeza, llanto… emociones que no quieres mostrar a tu familia para no preocuparles más (inconscientemente vas creando distancia física con los tuyos, por el miedo a la posibilidad de contagio).
He vivido con tristeza la muerte injusta de tantos compañeros y he sentido el afecto en los grupos de la profesión médica, Junta y Vocalía, tan importantes en esta etapa.
Pacientes atendidos y acompañados
La mayor parte de las demandas de los pacientes se han intentado solucionar vía telefónica, con envío de fotos a mi teléfono personal cuando era necesario. Hemos intensificado la frecuencia de las llamadas a pacientes más frágiles y vulnerables. Creo que se han sentido atendidos y acompañados.
En cuanto al duelo, a pesar de la distancia física, se intenta mantener un “encuentro” telefónico o presencial con la debida precaución, lo más cercano posible, con cariño, con el recuerdo de los que ya no están. Si el tiempo es suficiente, conoces a la persona y se hace desde el afecto, se puede transmitir mucho.
En esta “guerra” estamos implicados todos y todas. Los profesiones y trabajos que se han catalogado como indispensables se merecen un aplauso, pero sobre todo merecen reconocimiento y recompensa, y no caer en promesas falsas de cara al futuro. La población, en general, también tiene que cumplir en lo que se le exige, acatando las medidas de prevención.
Desescalada
Ahora, en la desescalada, es el momento de hacer lectura de lo ocurrido: tener en cuenta lo que ha funcionado y darle su importancia y lugar; analizar lo que ha fallado y corregirlo; y escuchar.
No debemos olvidar el esfuerzo físico y psicológico que ha supuesto darle cara a esta crisis. Tenemos que estar preparados para futuras situaciones similares, para poder reaccionar cuanto antes y evitar males mayores.
Atención Primaria y urgencias somos los primeros en tener contacto con los pacientes. Sabemos que, durante largo tiempo, vamos a tener que compaginar la atención de procesos de salud agudos y el seguimiento de crónicos y pacientes vulnerables con la atención a casos posibles de COVID. Va a suponer un cambio en nuestra manera de trabajar. Hay que seguir en alerta para lograr diagnósticos precoces de COVID, manteniendo la protección necesaria para garantizar nuestra seguridad y la de los pacientes, al tiempo que continuamos con el resto de atenciones. Personalmente noto el cansancio por la exigencia requerida en todo este tiempo, la preocupación por la adaptación a la siguiente etapa y la necesidad de “normalizar” la relación con la familia, la sociedad y con una misma.
REPORTAJE COMPLETO EN LA REVISTA PANACEA 129, ESPECIAL COVID-19
La revista Panacea 129, especial COVID-19, publica un reportaje en el que se incluyen más testimonios de médicos y médicas de Navarra en su lucha contra la COVID-19 en hospitales, centros de salud y residencias.
Descargar revista Panacea, especial COVID-19