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Rafael Teijeira, presidente del Colegio de Médicos de Navarra: “Incertidumbres y certezas”.

En la revista Panacea 135, de enero de 2022, el presidente del Colegio de Médicos de Navarra firma el editorial con el título “Incertidumbres y certezas”, en el que hace una reflexión sobre la situación de la sanidad navarra y sus profesionales.

EDITORIAL “Incertidumbres y certezas”.

Rafael Teijeira Álvarez. Presidente del Colegio de Médicos de Navarra.

Diego Gracia, en una muy reciente entrevista publicada en un medio de comunicación, a la pregunta de cómo influye la bioética en el mundo de las incertidumbres morales respondió: “La certeza es muy infrecuente en la vida humana. Lo normal es la incertidum­bre”.

Llevamos ya dos años de pandemia y la incertidumbre ha sido, y sigue siendo, la característica que rige la toma de decisiones en muchos casos. En concreto, cuando en Navarra nos preguntamos el por qué de la intensidad de las olas pandémicas que estamos sufriendo, encontramos argumentos y respuestas parciales, pero no una respuesta global que nos permita comprender cuáles son las verdaderas razones. Sin tener claro cuál será el momento óptimo -hay incluso quien dice que ya no procede- creemos que buscar una explicación científica a esta situación, mediante una auditoria de expertos, por ejemplo, no está de más. Llegarán nuevas olas y seguro que nuevas pandemias y, como dice el informe de ISGlobal Lecciones aprendidas con la pandemia de COVID-19, para afrontar una futura crisis sanitaria “debemos construir la infraestructura teórica, legal, institucional y personal que nos permitirá prevenir la próxima tragedia”. Aunque este planteamiento el equipo lo interprete abierto a un contexto internacional, nada hay que impida trasladar esta propuesta a un nivel nacional, incluso autonómico. Necesitamos, cuanto antes, un nuevo marco regulatorio que permita la toma de decisiones conjuntas y de aplicación nacional, sin olvidar que invertir en investigación, prevención y preparación, es prioritario en nuestra Comunidad. Como dice este informe, “saldrá mucho más rentable que no hacerlo, pero debemos hacerlo inmediatamente. No podemos olvidar cómo la pandemia afecta a nuestra vida y corremos el riesgo de que cuanto más tiempo pase, más nos cueste empezar a trabajar en esta área”.

Son muchas las voces que sugieren reforzar, rediseñar y reformar los servicios de salud pública y su interconexión con la Atención Primaria como primera línea de defensa ante las crisis sanitarias. Pero en la segunda línea, el ámbito hospitalario, también es necesario y urgente tomar decisiones.

En ambos casos, estabilizar las plantillas profesionales mediante OPES ha sido acertado por parte de las autoridades sanitarias; no se entiende un trabajo en equipo si no se establecen condiciones que vinculen y fidelicen al profesional a un proyecto, y la estabilidad es una de ellas, si bien no la única. Ya en junio de 2020, el anterior Presidente de la OMC, el Dr. Serafín Romero, en el Congreso de los Diputados lanzó una propuesta que trasladamos desde nuestro Colegio. Se hablaba del gobierno clínico, de la necesidad del liderazgo médico y de los grandes esfuerzos realizados durante la pandemia por los profesionales de salud para adaptar en tiempo record las estructuras sanitarias. Se hablaba también de la conveniencia de dotar de mayor polivalencia a nuestros profesionales, capacitarlos para atender y/o apoyar a otros especialistas e incluso otras especialidades. En ese sentido cabe una figura formativa novedosa dentro de las previstas en la capacitación específica, de carácter voluntario, eminentemente práctica, que permita obtener las competencias necesarias para prestar esa ayuda que se ha demostrado tan necesaria. Figuras como ésta facilitarán la flexibilidad y autogestión que tan necesarias se han demostrado en esta crisis y que lo serán en el futuro.

Si hablamos de incertidumbres y certezas debemos referirnos a la situación de nuestros médicos. Son múltiples los estudios que han puesto de manifiesto la situación de fragilidad de los profesionales. El estudio realizado por la Fundación Galatea y presentado en el IX Congreso PAIME en noviembre de 2021 señala que, tras la encuesta a profesionales realizada en el segundo semestre de 2020, seis de cada diez médicos presentan algún indicador de fatiga, dolor y/o estrés, incluso después de finalizado el momento agudo de la crisis pandémica, nada más y nada menos que el doble de los que había antes. También seis de cada diez médicos que contestaron a esta encuesta, manifestaba que sufre el síndrome de burnout, una forma de estrés que se cronifica y que cursa en forma de hartazgo y de agotamiento personal o profesional. Este fenómeno, que se observa en todas las franjas de edad, lo hace con especial relevancia en los médicos más jóvenes, menores de 30 años. La encuesta realizada por el Vocal MIR de nuestro Colegio y cuyos resultados han sido publicados recientemente y recogidos en medios sanitarios y no sanitarios, así lo indican. El programa PAIME ha evidenciado un incremento en la atención a nuestros médicos, también en los jóvenes. Seguro que, en parte, este hecho se debe a un mayor conocimiento del programa por parte de nuestros colegiados y también por la implicaciónde los médicos de los Servicios de Prevención de Riesgos Laborales. Reforzar estos servicios, que tan útiles se han demostrado en la atención a los profesionales en las crisis sanitarias, se demuestra rentable, tanto como lo es el apoyo institucional que viene recibiendo este programa PAIME por las autoridades sanitarias.

Pero no todo son malas noticias en los estudios publicados. Aunque más de una tercera parte de los profesionales encuestados en el estudio GALATEA “fantasea sobre la posibilidad de dejar la profesión, saben que en el fondo no lo harán”. Ese mismo estudio pone de manifiesto que los médicos han contado con el apoyo de sus colegas (el 83% se sentían reconocidos por ellos en el peor momento de la crisis), lo cual habla muy bien de las relaciones interprofesionales, que no siempre son sencillas.

Otra buena noticia es que la mayoría de nuestros MiRes quieren quedarse a ejercer en Navarra, lo que pone de manifiesto, como dice el Dr. Joaquín de Carlos, “la satisfacción formativa con el sistema en el que han trabajado”, aunque también, “hace falta mejorar el sistema de contratación”.

No parece oportuno concluir sin despejar una de las mayores incógnitas: ¿Qué será de este sistema sanitario? Un buen sistema sanitario, de carácter universal y excelente, es el mejor ejemplo de equidad social. Hablar de justicia social requiere hablar de un sistema sanitario abierto, moderno, innovador y accesible para todos. El aprendizaje que nos ha dejado esta pandemia no puede caer en saco roto, es una obligación realizar un análisis profundo y crítico que nos permita dotarnos de un mejor sistema sanitario que el actual, que ha mostrado ya sus debilidades en momentos complejos.

En los últimos meses, a petición de la administración, este Colegio, con la participación activa de los profesionales de la AP, ha trabajado la necesidad de modificar los sistemas de gestión sanitaria, proponiendo como alternativa más demandada la autogestión de los equipos sanitarios en el ámbito de primaria. Este modelo de autogestión es también necesario en el ámbito hospitalario. En consecuencia, reclamar resultados y cambios normativos y regulatorios en el corto plazo, se nos antoja imprescindible. El consenso político es necesario si se pretende dotar de mayor autonomía a las autoridades sanitarias y, por tanto y en última instancia, a los médicos como principales actores de este nuevo sistema. Esto obliga a tomar decisiones valientes como modificar la Ley Foral de Salud y otras normativas que permitirán, o debieran hacerlo, aumentar la capacidad de autogestión liderada por los médicos y otras medidas que hagan más atractivo a nuestros profesionales su permanencia en nuestra Comunidad. La profesionalización de la gestión sobre la que ha apostado y apostará el Colegio, debe ser un “debe” para poder pivotar el cambio de modelo, adaptándose a la realidad sanitaria y no a la realidad política.

En la entrevista a la que hacemos referencia al inicio de este editorial, el Profesor Diego Gracia concluye su respuesta diciendo: “la prudencia es la virtud que enseña a tomar decisiones razonables en condiciones de incertidumbre”. Compartimos esta máxima, pero también sostenemos que procede tomar las decisiones cuanto antes.

Termino en la esperanza de que 2022 sea un año mejor para todos. Desde el Colegio nos sentimos orgullosos por vuestra gran labor profesional, habéis transcendido cualquier expectativa previa con un alto coste personal del que somos conscientes.

Queremos tener un recuerdo especial para las familias de los fallecidos y los pacientes que han pasado y sufren las consecuencias de esta pandemia, consecuencias directas por la Covid e indirectas por la necesidad de recuperar la atención de patologías no Covid.

LEER Y DESCARGAR LA REVISTA PANACEA 135, de enero de 2022

 

 

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